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Schnauzi

Siempre ha habido mártires. La Historia está llena de ejemplos. Víctimas de una muerte singular en defensa de una causa, o por representarla, y de la sociedad en las que les tocó vivir. Desde Jesucristo hasta Luther King, Espartaco o los miles de mártires cristianos, sus muertes sirvieron como acicate para la propagación universal de sus ideas o como detonante de revoluciones. Mohamed Buzazizi es el último mártir. Decidió suicidarse porque era su último recurso ante la injusticia y, sin quererlo, inició un movimiento social sin precedentes en el mundo árabe y cuyo alcance aún es una incógnita.

Mi mártir es menos conocido, más pequeño y más peludo. Su nombre es Schnauzi, un carrocho de perro que fue torturado de forma cruel e inhumana hasta su muerte, la que, seguro, deseó desde el primer minuto de sufrimiento a manos de un hijo de puta con muchos complejos y varias enfermedades mentales. Seguramente Schnauzi no sabía lo que pasaba. Seguramente, solo sentía un inmenso dolor y una absoluta perplejidad ante la mirada y las manos enfermas del tipo que lo estaba matando a trozos. Probablemente, Schnauzi, que era tan joven, se preguntaba por qué había nacido, para qué estar vivo, por qué sufrir tanto. Asustado, temblando, cavilaba sobre qué había hecho tan mal para merecer tan duro castigo. Imagino que el dolor le haría perder la consciencia muy pronto, con el primer cuchillo o las primeras tenazas, hasta que, al fin, murió. Schnauzi es real. Es un perro, un cachorro. Es el que veis en la fotografía de abajo. Vivía. Caminaba, comía, ladraba, lloraba, olía. Schnauzi no es una leyenda ni una película. Es real y hay gente capaz de hacer lo que le hicieron.

Mi fe en la especie humana es casi ilimitada, pero reconozco que la historia de Schnauzi la torpedeó en los mismísimos cimientos. Hoy, varias semanas y miles de tweets más tarde, mi esperanza se recupera porque, gracias al pequeño Schnauzi, cada día tiene más fuerza un movimiento imparable contra el maltrato a los animales y por la justicia hacia sus víctimas.

Durante su tormento, Schnauzi ni siquiera sabía por qué sufría tanto, no encontraba el sentido a su corta y durísima vida. Hoy ya lo sabemos: nació porque su muerte serviría para ayudar a los demás. Schnauzi fue un mártir, y gracias a su sacrificio deben cambiar las cosas.

Gracias de antemano, pequeño.

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10 Comments

  1. Very beatiful article,I started read and feel the same thing.

    Schnauzi God bless you,I hope your short life wont be in vain and the motherf*cker guilt pay with double pain you felt.

  2. Primero darte las gracias por sumar tu voz contra un hecho tan aberrante y salvaje.
    Solo comentar, que tristemente la presión mediática es el único arma que tenemos para hacer presión y condenar un espanto como este. Pero es un arma de doble filo, ya que así también conseguimos que seres de tal calaña como este se regodéen de lo que han hecho… La pescadilla que se muerde la cola.

    Por eso yo te pediría la retirada de la foto, si me lo permites. La intención está justificada, pero yo creo que, como he dicho, para el engendro esto es carnaza para sumar a su pozo de mierda.

    Un saludo

    1. Hola, Javier. Antes que nada me gustaría darte las gracias a ti por la lectura. Me pensé muchísimo si incluir o no la foto, aunque la creía (la creo) justificada en tanto que dota de realismo a la historia del pobre Schnauzi. La hace verdadera, así que era una imagen que había que mostrar precisamente por su dureza y porque, creo, contribuía a despertar conciencias. Sin embargo, hoy es un buen día para retirarla, y así lo haré. Un saludo.

  3. Muchísimas gracias por atender mi petición. Es un bonito gesto por tu parte.
    Comprendo muy bien lo que dices. El testimonio visual de lo ocurrido ha servido para despertar conciencias y sin él, seguramente la repercusión mediática no hubiera sido de tal magnitud. Pero ¿debemos permitir que este desviado mental siga publicitándose a nuestra costa?
    Es un debate difícil…
    Aunque en mi opinión, la lucha para no olvidar a Schnauzi, y a tdos los demás Schnauzi del mundo, debe ser ahora con nuestra voz y no con la de él.

    Nuevamente gracias y felicidades por tu blog.

  4. Precioso comentario el tuyo. Una vez más, tan hondo sentimiento me estremece. Hace dias que me siento ante el ordenador por las noches y me imagino a Schnauzi sufriendo en sus carnes las armas del carnicero. No puedo evitarlo… empiezo a llorar. Hoy le prometí a una amiga que no lloraría más por Schnauzi. Anna me dijo que lo abrazara en mi mente y que a él, le llegaría mi ternura. Tu escrito está tan lleno de sentimiento que no he podido reprimir otra vez las lágrimas. Tal vez Schnauzi se ha convertido en el estandarte de los animales que sufren, tal vez eso les abra los ojos a los hombres para que aprendan a respetar la naturalza, a amar a los seres vivos.
    Gracias por tus palabras. estoy seguro que Schnauzi también las ha escuchado. Abrázalo tu también.

    1. Gracias a ti y a todos los que defendéis a los animales y sois capaces de sentir por ellos. No es malo llorar, y menos aún cuando se hace por los demás. Ánimo, y a luchar por ellos, que no pueden defenderse solos.

  5. Por qué alguien haría algo tan enfermo? Me mata pensar en el pobre Schnauzi, cómo hay gente tan mala? No puedo imaginarme ni siquiera lo que el bebé sufrió. Maldito, ojalá lo encuentren y le hagan lo mismo! Odio a la gente que maltrata los animales! No merece la vida uns er tan repugnante como ese bastardo!

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