El diario confitado

babuchas

Día 1. Cinco horas y diez minutos de encierro. Empiezo a sentir náuseas. Jaime y María tratan de hablarme, a la vez, mientras procuro dejar listo un dossier de prensa. Ya han devorado las existencias de chocolate y un paquete de Príncipe que debía durar dos días. Ahora juegan al fútbol en el salón. Han […]

Amor umbilical

(Escrito, en un arranque, en Facebook) Hay un cordón invisible, irrompible, que nos une siempre a ellas y nos alimenta el espíritu. Es tan duro e inquebrantable que parece mentira que nadie lo vea, aunque todos sepan que está ahí. Son un resguardo, un seguro de vida, un parapeto que nos protege cuando las cosas […]

La vigésima noche

Lámpara

Dejó la taza vacía, aún caliente, sobre la mesita llena de dibujos y pinturas, y cogió su viejo Kindle. Hacía mucho que no releía Los Tres Mosqueteros, y por alguna extraña razón llevaba días pensando en ellos. Athos, Porthos, Aramis y el joven D’artagnan estaban llamando, toc-toc, a su cabecita inquieta, al avispero en que […]

Relato 3. Insomnio

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Cerró los ojos y lo deseó con todas sus fuerzas. No le gustaba la soledad. Desde pequeño, su mente bullía entre monstruos de formas imposibles y fantasmas repugnantes o animales insaciables, entre sombras y siluetas transparentes, cuando se iba a la cama solo. La puerta entreabiera del armario escondía a hombres rudos cargados con sacos […]

Relato 2

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Tan solo fue un pequeño despiste. Un milisegundo y, de repente, todo se iba al traste. Caía en picado. Al principio fue bien. Mantuvo el avión estable tirando de las palancas con todas su fuerzas. Manejó los flaps con la soltura y pericia que sólo sus muchas horas de vuelo permitían, controlando como pudo el […]

Relato 1

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​Cruzó con él la mirada y se giró, sobresaltado. Permaneció quieto, observándolo mientras caminaba a paso lento, como quien anda sin ganas, o quizás sin fuerzas. Miró su pelo, frondoso y oscuro y blanco. Su espalda ancha, su chaleco rojo. 

Sorprendido de sí mismo, empezó a seguirlo. Escudriñó el detalle de cada gesto de sus manos, de cada una de sus débiles pisadas. Lo examinó moviéndose, apretando los ojos para asegurar certezas, y empezó a andar más rápido, acercándose más cada vez, con cada vez más miedo. Excitado, su corazón traqueteaba como un vagón torcido, bombeando mil litros de sangre que se apelotonaban en su garganta dejándolo sin respiración. Al fin, justo antes de que lo asfixiara, expulsó el grito:
– ¡Papá!
Y Papá se giró. Y no era Papá.
A casa se llevó una sonrisa quebrada y una lágrima contenida.
– No seas necio -se dijo-. Los muertos ya no vuelven.

Todo cambia, nada cambia

Unknown

Ya no hay hombres feos. Los que lo son se esconden tras pobladas barbas. Las feas se ocultan ahora en selfis con posturas imposibles de cuellos retorcidos. Los matones y los cobardes hacen ahora lo mismo, guarecidos tras la tecla presuntamente irreverente, pretendidamente graciosa, objetivamente demagoga. Rotundamente falsa. Las nazis del triángulo de cuatro dedos, […]

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