Alguno habrá pensado: valiente pirata está hecho el Paco, que decide no votar a Zapatero por haberle hecho la puñeta con la ‘ley Sinde’. A ese, y al resto, les digo que no, que no es eso, primero porque la ‘pirula’ que nos quiere meter ZP es un ataque a la libertad y los principios básicos de Internet más que al pirateo (si cierran una web pirata, mañana se abre en otro país con otra IP). Segundo, porque cuando escribí mi anterior post, decidí dejar lo mejor para después.
O lo peor, más bien.
Como os dije, no hay peor golpe que el de la realidad cuando, tan dura como es, pone ante tus ojos aquello que siempre has creído, pero has negado por miedo a que realmente lo que piensas sea como lo piensas. Este galimatías tiene su sentido. Una aseveración que sirva de ejemplo: los gobiernos controlan la Justicia. Aunque tengas tus sospechas, lo niegas, porque sabes que si fuera verdad supondría el derrumbe de gran parte de las cosas en las que crees. Segunda idea: los gobiernos ponen cualquier otro interés por encima de las personas. No puede ser, porque los gobiernos son personas, y las personas son buenas. Porque si fuera así, ¿para qué votar, entonces? ¿Para qué dar el poder a quien no sabe usarlo o va a usarlo mal? Tercera: los gobiernos socialistas son progresistas. De lo contrario, ¿qué diferencia hay entre votar a unos y a otros? Peor aún ¿para qué las ideologías? La cuarta y última afirmación: los gobiernos engañan y manipulan a sus ciudadanos. En un país democrático, el gobierno de turno está controlado por un Parlamento que ostenta el poder Legislativo y por una Justicia independiente. Esta separación de poderes, junto a la presencia de partidos de oposición, garantiza que la mentira, la manipulación, la utilización de la Justicia o la construcción de leyes a medida, por encima de derechos fundamentales, son tarea imposible.
Así debería ser, salvo cuando todo se corrompe.
La verdad siempre debe ser conocida. Aunque escueza, aunque duela o aturda. Y la verdad dice que el Gobierno, la Fiscalía y EEUU conspiraron para que no se hiciera justicia y se diera carpetazo al caso del cámara de Telecinco José Couso, asesinado por soldados norteamericanos. No me gustaría estar en el pellejo de su familia cuando descubrió hace unos días que sus más temidas sospechas se confirmaban, que SU gobierno, sus políticos, preferían la ocultación y la mentira antes que defender la justicia más elemental para uno de sus conciudadanos merced a unos intereses por descubrir, aunque me los imagino. El hermano de Couso acusa directamente al Ejecutivo español de connivencia en la ocultación de delitos. Los cables filtrados por Wikileaks (no tienen desperdicio) así lo demuestran.
Yo, por mi parte, siento vergüenza y estupor. Vergüenza, porque me sé responsable en parte al contribuir con mi voto a esta manipulación. Estupor lo siento cuando descubro la asombrosa capacidad que tiene el gobierno para mentir. Lo peor es que no es sólo ZP, ni De la Vega: son todos. Hoy hemos sabido que la Embajada americana ‘medió’ ante PP, CiU y PNV a petición de González Sinde (quien, por otra parte, ejerce a pesar de un clarísimo conflicto de intereses) . Incluso Miguel Sebastián pedió expresamente que ‘parasen’ a Esperanza Aguirre por alinearse con el bando equivocado. Debieron funcionar las presiones de EEUU sobre estos partidos, habida cuenta del lamentable silencio que han mantenido al respecto de esta ley contra la libertad en Internet.
Desde que cumplí los dieciocho he acudido religiosamente a las urnas a elegir la opción política en la que creía en cada momento. Esta vez también iré, aunque para abstenerme. No voy a entregar, sin embargo, un voto en blanco. Meteré en el sobre una enorme papeleta en la que se lea claramente: “Muy señores míos: Os va a votar vuestra puta madre”.
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