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La rebelión de los colchones

La Bastilla se tomó a sangre y fuego, pero aquello fue una revolución de verdad. Es cierto que yo mismo, y muchos como yo, hemos tratado de ‘revolución’ lo ocurrido el 15M y la semana posterior (lo que vino después tuvo mucho de esperpento, aun con grandes momentos de lucidez). No ha sido una revolución, simplemente porque no era necesaria. El 15M es una rebelión, la reacción instintiva y visceral de una ciudadanía cansada de que le metan mano al bolsillo y a la dignidad. Un puñetazo en la mesa, un yaestábien, un seacabó. El giro inesperado de quien se siente pisoteado. Del mismo que, ahora que ha visto el miedo en los ojos de quien sostiene el yugo, no quiere parar.

No se quedará aquí, no. A pesar de la ceguera de los políticos, de su impresionante sordera social, de su clamoroso silencio, la rebelión de los indignados sigue adelante. Asambleas ciudadanas recorren cada día los barrios de capitales grandes y pequeñas. En las redes sociales siguen circulando, a la par, información e indignación, mientras se convocan nuevas movilizaciones que recuperen el espíritu de aquel domingo de mayo. Aunque sigo pensando que el movimiento (qué mal suena) continúa separando más que uniendo, y que todo se está diluyendo como un terrón de azúcar en un café hirviendo (ya veis en qué quedó la última movilización organizada en Madrid), también mantengo la esperanza de que en algún momento tome un nuevo impulso, que se revitalice y recupere su esencia: la rebelión ante lo que sin duda es injusto.

Es posible que, como hasta ahora, quienes deben representarnos sigan mirando para otro lado: sus déficits, sus imputados, sus pactos electorales, sus primarias sin candidatos. Hasta es posible que no se conformen con eso y vuelvan a poner la Ley en nuestra contra, a decir que no actuamos como buenos ciudadanos, como pretendieron hacer en los días previos al 22M. Pero los rebeldes sabemos que lo que es legal no tiene por qué ser justo. En Sant Andreu, un barrio de Barcelona, los vecinos evitaron ayer que a una anciana de 72 años la echaran de su casa. La historia la desconozco, aunque puedo imaginarla. Un alquiler de renta vieja, una casa susceptible de convertirse en un suculento solar, una constructora interesada, un banco que ha prestado el dinero, o que quiere recuperlo… Posiblemente, echarla es lo más legal del mundo, pero resulta a todas luces injusto, y por eso la respuesta de este vecindario es también la de unos ciudadanos indignados que enfrentan la injusticia con su mejor arma: la solidaridad. Como en Fuenteovejuna, en Sant Andreu todos mataron ayer al comendador. Y a ver quién es el guapo que detiene a todo el barrio.

Quizás sea ese el camino. Quizás sea hora de dejarnos de debates estériles y tomarnos la Justicia por nuestra mano, darles donde más les duele y abrirles los ojos y los oídos a golpe de acción: no nos escucháis, pero nos vais a oír. Quizás podamos usar nuestras pobres pero potentes armas, la rebeldía y la solidaridad, empezando por esos bancos que perdonan préstamos millonarios a los partidos políticos, esos que sobre tasaron tu casa para alimentar el negocio de la deuda, esos que ahora quieren echarte. Puede que así les obliguemos a cambiar las cosas. Puede que haya llegado el tiempo de que, entre todos, hagamos lo que creamos justo, y no lo que esperan de nosotros.

Te llamo a la rebelión. A volver a guardar tu dinero bajo el colchón. A que tu bloque, tu calle, tu barrio se movilice cuando quieran dejar a tu vecino en la calle. A que denuncies las comisiones abusivas. A que pases a la acción. A que te saltes las reglas. Te invito, una vez más, a que tomes la calle el día 19. A que no digan que te acobardaste. A que no piensen que vuelves a estar sus pies. A que no tengas miedo.

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2 Comments

  1. Yo no creo que el Movimiento se esté “diluyendo como un terrón de azúcar en un café hirviendo”. De hecho, creo que está más vivo que nunca. Ayer mismo en Madrid, unas dos mil o tres mil personas hicieron una asamblea en la Plaza de la Cibeles y hoy la Puerta del Sol lleva todo el día con una actividad frenética.

    Esto solo es el comienzo. No confundamos que tiene menor impacto mediático con que se está muriendo. El testigo lo han cogido los barrios, al menos en Madrid.

    Un saludo

  2. yo no quiero pertenecer a un “movimiento”, no me interesan las asambleas físicas, son un pestiño. Creo que ésto debería volver a sus orígenes: twitter, facebook, blogs… ese es nuestro verdadero ágora, donde todo el mundo puede opinar e informarse, donde no es necesaria una estructura organizativa. ¿dónde está escrito que tengamos que “organizarnos”?, lo que mejor ha salido ha sido la convocatoria inicial y no había organización. Eso es lo que les asustó.

    ¿Dónde está escrito que tengamos que tener “propuestas”, son ellos, los funcionaros públicos conocidos como políticos, los que tienen que darnos las soluciones, para eso les pagamos. Nos basta con tener claro unos pocos puntos inegociables. Deshauciar a una familia y estar persiguiéndoles el resto de su vida para que paguen una casa que no tienen es innegociable, que algunos tengan 25 sueldos vitalicios porque estuvieron en el gobierno unos pocos años es innegociable, acabar con la seguridad social es innegociable…El mensaje para mi sería ese: por aquí no vamos a pasar, busca una solución mejor.

    Respeto profundamente el mayo del 68, creo que gracias a movimientos así nuestra vida es un poco más digna. Pero yo no quiero otro mayo del 68, han pasado muchos años. Tenemos nuevos medios, hagamos nuevas cosas

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