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Goyas y yoyas

rincon del topo Fran Mulet
Viñeta de Francisco Mulet. http://rincontopo.blogspot.com

Andan tontines en el cine patrio. Cabizbajos, mosqueados. Se flagelan. Me dan pena. Las salas de cine en España recaudaron un 4% menos con respecto al año pasado, un 10% menos si hablamos de número de espectadores, o sea que subieron los precios a pesar de la crisis. O eso, o las palomitas, que cuestan ya como las angulas. Culpan, cómo no, a la piratería, sin pensar que a) somos menos los españoles que podemos gastarnos dinero en el cine, porque una cuarta parte de los que podemos trabajar están sin trabajo y el resto apoquinamos un 20% más de dinero en tasas, impuestos y gastos generales, ni que b) las descargas ilegales ya existían en 2009, y en 2008. No es un invento nuevo.

A pesar de todo, mantiene aún la industria del cine cierta lucidez y achaca parte del problema a que la cuota de pantalla del cine español es muy baja, mientras que en países como Francia o Reino Unido las producciones propias ocupan gran parte de la cartelera todo el año. Lo que no dicen es por qué, cuando la respuesta la tienen en sus narices: Una industria tan snob que es capaz de premiar, con enorme aspaviento, la, posiblemente, película menos vista del año. “Pero no pasa nada, oye, es que somos así de culturetas, somos bohemios y progres, somos el cine español y hacemos películas tan tan tan buenas que no las ve ni Dios”. La culpa es del público, obviamente, que no sabe apreciar la calidad de nuestro cine y que prefiere el bodrio americano, piensan ellos, sin caer en la cuenta de que hay grandísimas películas de Hollywood, con grandísima recaudación, y que también hay grandísimas porquerías en el cine español.

Ni piensan en que las pelis españolas no solo no se ven en el cine. Es que ni se lo descargan.

La Academia del Cine Español concedió recientemente sus Goyas, y su ya ex presidente repartió yoyas a tutiplén desde el escenario del Teatro Real, en un discurso que no marcará un antes y un después en la industria, porque son todos unos cabezotas, pero que se recordará en el futuro con cierto resquemor, por aquello del ‘os lo dije’. Y eso que Álex de la Iglesia no dijo nada extraordinario, más bien todo lo contrario: recordó a los señores del cine que ellos están ahí porque se deben a un público. Una obviedad que no lo es tanto cuando quien debe reconocerla anda subido en su propia nube. El director de Balada triste de trompeta (que por cierto se llevó, curiosamente, solo un par de Goyas de ‘perfil bajo’ a pesar de ser una de las grandes favoritas -y taquilleras), apeló a la más pura lógica: qué hace el cine español dando la espalda a su público, que mayoritariamente está en Internet; qué hace el cine español que no empieza ya a investigar, a innovar, a pensar en cómo llegar a un mercado que ha cambiado completamente.

Para ellos es más fácil cerrar los ojos a la evidencia, darle la espalda y seguir apuntando a Internet como el gran enemigo, cuando es el gran aliado, el único que puede salvarles de un futuro que ahora se dirige invariable al fracaso. Claro, que tampoco es que les preocupe mucho, porque los españolitos, aunque no veamos ni una bendita película española, bien que las pagamos.

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