Casualmente encontré hace unos días Storify, una aplicación en fase beta que sirve para construir historias explotando las enormes posibilidades que actualmente brinda la web 2.0. Con un diseño minimalista y una interfaz muy intuitiva y sencilla, Storify consigue que puedas contar casi cualquier cosa apoyándote en enlaces, tweets, actualizaciones de Facebook, vídeos de Youtube o fotos en Flickr, por ejemplo. Ya ha recibido varios premios (entre ellos, el Accelerator que en 2007 se llevara Twitter) y se está convirtiendo sin duda en la gran novedad del año. A falta de pulir algunos detalles importantes (como la búsqueda dentro de las páginas de Facebook), esta beta está demostrando con creces lo que la aplicación puede dar de sí.
Tiene un futuro prometedor, ganado, seguro, con un enorme trabajo. De Storify me ha gustado todo en general, pero me llama la atención especialmente su clara orientación periodística. De hecho, ha sido creada en San Francisco por un periodista y un programador (Burt Herman y Xavier Damman) y precisamente los primeros ‘grandes’ en probarla han sido periódicos, como The Washington Post o Japan Times. No es para menos. En medio de la carrera de pollos sin cabeza en la que cada día se hallan los medios en busca de la panacea que les ayude adaptarse a los nuevos tiempos (sin mucho éxito hasta ahora), con Storify llega un soplo de aire fresco a todo esto. Puede, aunque lo dudo, que la aplicación en sí misma no termine siendo lo que se espera de ella, pero tengo la certeza de que su concepto, su filosofía, terminará por impregnar el periodismo del futuro. Porque, sin duda, el futuro pasa por el contenido.
En menos de 10 minutos he escrito una ‘crónica’ con Storify. Un borrador, una pequeña demo (una chapucilla, vamos) de lo que pueden dar de sí esta aplicación y, sobre todo, esta idea. Cuanto más lo pienso, más claro lo tengo: es más que probable que el futuro sea así. Ahora, el periodista se informa y escribe una noticia que, es cierto, se comparte y se comenta, se alimenta de la opinión de los demás, etc. pero no termina de nuevo en manos del periodista para su actualización o enriquecimiento. Con Storify (y lo que venga detrás) cambia el concepto porque directamente pasa a ser el público una de las fuentes esenciales de la información. Un tweet, una actualización de estado en Facebook, un video en Youtube, la entrada de un blog… Todo sirve para aportar datos a la información.
Pero, además, el periodismo que puede nacer de Storify va más allá, porque al fin se concibe al periodista como un profesional con capacidad para filtrar la infinita información que fluye a través de Internet y las redes sociales, para descernir y decidir sobre la relevancia de un tweet, la credibilidad de un bloguero o la veracidad de un vídeo o un post. El redactor busca entre miles de fuentes sociales y elige las que ofrecen la información más importante y veraz.
Básicamente, lo que hemos hecho siempre (o lo que deberíamos hacer) con todas nuestras fuentes. Solo que, por fin, un periodista y un programador nos han enseñado el camino.
Como vale más un ejemplo que mil palabras (o algo así), aquí tenéis el resultado de este primer experimento con Storify. Tenéis una galería con algunas capturas y, por supuesto, la historia. Habrá más.
http://storify.com/paco_munoz/el-volcan-del-teide-termina-su-primer-viaje