Menuda la ha liao Andreu Buenafuente en su late-night de La Sexta merced a una lata de aceite vacía. La historia ha dado para debates pseudo políticos, chistes y comentarios de todo tipo en redes sociales, webs y blogs. Sin embargo, creo que se trata, sobre todo, de un ejemplo modélico para un concepto tan útil como despreciado en el mundo de la comunicación: el accidente.
Por si hay alguien que no sepa de qué va esto: días antes del ‘suceso’, Buenafuente entrevistaba a Carlinhos Brown y éste le comentaba las ganas que tenía de volver a visitar Huelva y, muy especialmente, de trincarse un platito de gambas a la plancha (pésimo gusto). Pues bien, imagino que algún asesor avispado vio el programa, o quizás el amigo del asesor, o el hijo de, o su madre. El hecho es que a alguien se le ocurrió enviar al programa de Andreu un ‘kit de gastronomía onubense’ en nombre de la Diputación Provincial, una idea promocional que, vaya, salió bien y sirvió para que Buenafuente sacara en pantalla una mesa repleta de productos de Huelva y que incluso nombrara expresamente a Petronila Guerrero, presidenta de ‘la Dipu’ y, a la sazón, candidata a la Alcaldía de la capital.
Imagino a la Petro dando saltos de alegría aquella noche ante el televisor. Imagino a su familia abrazándose, vaya pelotazo hemos dado, e imagino al pobre Perico recostado en su sofá, cabizbajo y con la mano en la frente.
Y a los dos minutos, después de que Andreu agitara ante la millonaria audiencia una lata vacía de aceite de oliva, y dijera aquello de que ‘Huelva pierde aceite’, imagino al alcalde retorciéndose de risa en el mismo sillón donde antes se lamentaba, y a la presidenta gritando y agitando las manos como una posesa, buscando el teléfono móvil para llamar a alguien que le dijese a quién podía matar al día siguiente.
Claro está, luego todo empezó a moverse. La red propició el primer debate mientras los medios hacían gala de su particular objetividad. Odiel y CNH, de la cuerda socialista, ensalzaron la inteligencia de la Petro y lo espabilá que fue enviando al programa el lote de productos onubenses. El periódico pasaba de puntillas por el ‘affaire’ de la lata de aceite. CNH, que cada día me alucina más, directamente manipulaba el vídeo del programa de Buenafuente para silenciar el asunto y hacer como si nada hubiera pasado. Los populares, por su parte, hacían sangre y risas con el tema de la lata vacía. Alguno hasta se ofendió.
Por dentro, en los engranajes de la Dipu, todo se mueve en torno a la caza y captura del culpable. ¡Que le coooorrten la cabezaaa!, grita Petronila. Y es que nadie, probablemente, habrá pensado que si no se hubiera colado la lata vacía de aceite no hubiera habido chiste, y que sin chiste no hubiera habido Buenafuente. A eso iba yo, por cierto.
Nadie dice que la comunicación sea un trabajo fácil. Hay grandes profesionales que le dedican horas y horas a planificar estrategias más o menos inteligentes para vender tal idea, producto o servicio, o para preparar un acontecimiento, o para tapar bocas. Sin embargo, todo este esfuerzo de planificación también me ha enseñado que el accidente, la casualidad, lo imprevisible, es seguramente el mejor (o el peor, según el caso) aliado del profesional de la comunicación.
Una casualidad propició el que seguramente ha sido el mejor momento ‘público’ de la empresa onubense Atlantic Copper, cuando durante una visita rutinaria a la fábrica descubrí que, en pleno proceso de implantación del euro, las viejas pesetas iban a morir a Huelva para ser reutilizadas en la elaboración de cobre que, a posteriori, terminarían siendo euros. Joder, la historia era genial y había que hacer algo. Cuando empezamos a trabajar (un servidor y el responsable de Relaciones Industriales de la empresa, el amigo Antonio de Vega) en la idea de ‘venderla’, quise ver cómo se hacía eso con las pesetas, y entonces contemplé, de nuevo casualmente, aquella montaña dorada, aquellos sistemas de seguridad, aquel protocolo ‘parafernálico’. Entonces decidimos que vinieran las ‘teles’, y aquello fue sensacional: salimos en todos los telediarios, y por algo bueno. Posiblemente era la primera vez que el Polo vivía algo así. Y todo, por una casualidad.
Imagino que Antonio tendrá tan buen recuerdo de aquello como yo.
El accidente, y también saber identificarlos y aprovecharlos, es el gran aliado del profesional de la comunicación. Para colmo, sin ellos, sería un trabajo tremendamente aburrido.
Aquella lata vacía de aceite viene, como dije arriba, a confirmar esta idea. De no ser por ella, no creo que hubiera aparecido una mesa repleta de productos promocionales en pleno monólogo de apertura del late-night más visto. De no ser por ella, la Petro no hubiera dado aquellos saltos de alegría (ni aquellos gritos de ira). De no ser por ella, presidenta, no hubieras sido descubierta ante la sociedad onubense como una candidata real a suceder a Perico. Has ganado puntos, no los has perdido.
Y readmite a ese pobre hombre, por favor.
Os dejo el vídeo, para que os riáis un poco.
Por cierto: Como onubense, gracias, Andreu. Gracias, Olibeas.