Siempre imagino las oficinas centrales de Facebook como un hervidero permanente de ideas. Montones de tipos tecleando código a destajo, y otros montones de tipos reunidos permanentemente, con otros tipos y consigo mismos, para compartir legiones de nuevas ideas. Reuniones eternas y ruidosas en las que escuchan, analizan, aprueban y desarrollan grandes proyectos. A un servidor, que siempre tiene alguna estupendísima (entiéndanse la ironía) idea dando vueltas en su cabeza, le encantaría estar allí, aunque fuera un solo día, para verlos en vivo. También os digo que, ya que estoy allí, buscaría a Zuckerberg para pedirle que ponga de patitas en la calle al tipo que inventó la nueva presentación de fotografías (ese horroroso fondo negro…).
A lo que iba: Facebook está en permanente evolución. Algo imprescindible para cualquier compañía tecnológica que se precie y que exige a los usuarios un trabajo de actualización igual de permanente. Ahora le ha llegado el turno a las páginas de Facebook con la incorporación de las pestañas iframe, una novedad que multiplica por mil las posibilidades que ya tenía la red social. Hasta ahora, las páginas de empresa (organismos, instituciones…) facilitaban ciertas opciones de personalización a través de la aplicación de Fbml estático. Se podían hacer cosas curiosas que mejoraban considerablemente la experiencia del usuario en nuestra página, pero también tenía muchas limitaciones técnicas. Con las nuevas pestañas iframe, Facebook abre la puerta a posibilidades casi ilimitadas.
Dicho así, a lo bruto, un iframe permite insertar una web dentro de otra web. Lo que ha hecho Facebook ha sido permitir que el administrador de la página pueda, por ejemplo, colocar en una pestaña toda su web corporativa para que los usuarios puedan navegar o hacer un pedido sin necesidad de moverse de su adorada red social. La idea es de lo más lógico: Si tus clientes o tu público están allí, debes estar con ellos. Y cuanto más tiempo, mejor.
El 70 por ciento de los internautas españoles forma parte de una red social (la inmensa mayoría, de Facebook). De ellos, el 60 por ciento se da al menos un paseo diario por su perfil. Resulta evidente que todo aquel que tenga algo que decir, debe hacerlo en Facebook, si es que de verdad quiere conectar con su público, y que está empezando a ser absurdo decirlo en cualquier otro sitio. Mi impresión es que con las pestañas iframe, Facebook (y todos los que lo seguirán) mete una bala en la recámara de los sitios web tal y como los conocemos hasta ahora. ‘Bye bye, web’, que diría el gran Miguel Ríos: si cada vez tenían menos sentido, definitivamente se acerca su final.
Queda por ver qué pasará cuando estos tipos, idea tras idea, reunión tras reunión, consigan que no necesitemos salir de Facebook ni para ir al baño. Miedo me da.
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