Ya no hay hombres feos. Los que lo son se esconden tras pobladas barbas. Las feas se ocultan ahora en selfis con posturas imposibles de cuellos retorcidos. Los matones y los cobardes hacen ahora lo mismo, guarecidos tras la tecla presuntamente irreverente, pretendidamente graciosa, objetivamente demagoga. Rotundamente falsa. Las nazis del triángulo de cuatro dedos, […]