Por qué te quiero

Será tu mirada despistada, de ojos pequeñitos y cansados. O tus andares trastabillantes, impacientes, los que me vuelven loco. Quizás sean tus manos, torcidas del trabajo, de la lucha. Fragilidad presunta, desmentida en un instante que aún observo boquiabierto. Trastocada en imposible fortaleza. En columnas de granito que retienen, impasibles, la amargura y la desidia. […]

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